Ojos color marrón, piel blanca, cabello ondulado y con sonrisa tímida, así es Sara Interiano, una joven de 17 años que vive con sus padres, 7 hermanos y su sobrino en el Caserío Loma Grande ubicado en Nueva Granada, uno de los municipios más pobres de El Salvador.

José, padre de Sara, trabaja como ayudante y repartidor en una panadería, su salario mensual es de $120 y esa cantidad debe cubrir las necesidades básicas de su numerosa familia. Ante esta complicada situación, las hermanas mayores de Sara no tuvieron más opción que abandonar sus estudios para trabajar y apoyar con los gastos de la casa.

La historia se repitió años después con Sara, pues al finalizar sexto grado dejó la escuela en el 2013, durante un año vivió resignada a dedicarse al trabajo doméstico. Afortunadamente, para Sara la vida tenía preparada una sorpresa: como reconocimiento a su rendimiento académico, fue seleccionada para obtener una Beca Ella de Fundación Educo en el año 2015. “Cuando recibí la noticia estaba trabajando y mi mamá me dijo que me regresara para retomar mis estudios”, recuerda Sara.

 

 

El proyecto Becas Ella tiene como finalidad contribuir a que las niñas disfruten de su derecho a la educación, creando condiciones para el acceso, permanencia y finalización de sus estudios secundarios. Con la beca la familia de Sara cubre los gastos de escolarización como transporte, material escolar, uniforme, matrícula y costes educativos durante todo el año.

 

“La beca me ha cambiado la visión de mi futuro, antes mis planes eran aceptar cualquier trabajo para ayudar en el hogar, ahora quiero terminar mi bachillerato y continuar estudiando enfermería para acceder a un mejor empleo”.

Gracias a la beca, ahora Sara cursa primer año de bachillerato y es un ejemplo y motivación para que sus hermanos más pequeños continúen estudiando y transformando su futuro. “Yo quisiera que mis hermanas mayores llegaran a tener la oportunidad que yo tengo, las estoy motivando para ver si siguen estudiando; a ellas les da pena porque ya están grandes y una de ellas ya es mamá, pero yo les digo que no importa, que lo importante es que no dejen de creer en sus sueños”.

 

Sara es la única de sus hermanos que ha finalizado la secundaria y pronto finalizará el bachillerato. No cabe duda que los logros de Sara son un orgullo para toda su familia. Basta con observar cómo en una de las paredes de su humilde casa resalta un cuadro con la fotografía de Sara vistiendo su toga y birrete; y al lado de ella, la fotografía de Esmeralda, su hermana menor, que está decidida a continuar con su ejemplo de perseverancia.