«En educación debemos apostar por un regreso a clases seguro, gradual y prometedor, en donde las lecciones aprendidas refuercen el interés de modernizar el sistema educativo que permita fortalecer el capital humano de los salvadoreños».

Por Mateo Villaherrera, especialista en educación y Técnico de nuestro proyecto Viviendo mi Derecho a la Educación.
Publicado en el Diario El Salvador.

Cuando estamos enfermos vamos a pasar consulta, pero cuando queremos aprender y superarnos vamos a la escuela. La noticia de la reapertura de clases de forma semipresencial para los sectores público y privado ha causado controversiales reacciones, y es entendible, porque estamos atravesando una crisis sanitaria con repercusiones económicas, educativas y en lo que respecta a la salud física y mental de las personas. Sin embargo, es necesario que comprendamos el significado que la escuela tiene para nuestros estudiantes, nuestro país y el mundo.

En primer lugar, el regreso a clases no es una decisión improvisada que responda a una intención maléfica. Su objetivo principal es garantizar un derecho humano tan importante como la salud, que es la educación. Las instituciones autorizadas para abrir sus puertas a partir del 6 de abril tienen las condiciones para funcionar cumpliendo con protocolos de bioseguridad y respondiendo a las necesidades de la población estudiantil en época de emergencia: refuerzo escolar, atención psicosocial y continuidad educativa.

Llevamos más de un año desde que los corredores, patios y las aulas en la escuela dejaron de estar habitados por lo más esperanzador que tienen todos los países en el mundo: las nuevas generaciones. La COVID-19 ha profundizado las desigualdades que ya existían y ha empeorado la situación de pobreza de las mayorías; por eso, estas desventajas sociales se incrementan por cada día que las escuelas permanecen cerradas. Esto, por supuesto, no desmerita lo que hasta la fecha hemos hecho como respuesta a la emergencia, pero en educación debemos apostar por un regreso a clases seguro, gradual y prometedor en donde las lecciones aprendidas refuercen el interés de modernizar el sistema educativo que permita fortalecer el capital humano de los salvadoreños.

La crisis, de acuerdo con EDUCO en su informe global sobre el impacto de la pandemia y sus secuelas en la educación (2021), ha limitado otros derechos complementarios, como la nutrición, la protección, el cuidado y la vida digna. Además, el informe sostiene que se han agudizado las migraciones y los desplazamientos forzados. Esta ONG de cooperación global para el desarrollo y acción humanitaria destaca que «la educación presencial debe prevalecer siempre» por su función socializadora, que va más allá del aprendizaje de contenidos.

Regresar a la escuela es tan importante como proteger la salud de la población y como prevenir la propagación del virus. El esfuerzo liderado por el Mined y el Minsal ha sido determinante para la reapertura escolar; sin embargo, será necesario en esta etapa que se sumen todos los actores que de manera informada, responsable y participativa contribuirán al éxito de regresar a clases semipresenciales y presenciales en todos los niveles educativos.

El virus es una amenaza que ha llegado para quedarse y por eso no podemos desaparecerlo, pero sí aminorar su impacto. El propósito de la escuela será reducir el riesgo de contagio por medio del conocimiento y los hábitos que se requieren en este complejo momento. Esta guerra pandémica la ganaremos con un sistema educativo y un sistema de salud funcionando articulada y estratégicamente, en donde los principales actores comunitarios, institucionales y sociales estén convencidos de este histórico esfuerzo, que representa una responsabilidad compartida. Lo que pase a partir de ahora es tarea de todos.

Unicef sostiene que los docentes deben tener prioridad en la vacunación contra la COVID-19, y nuestro país no será la excepción. Con la reciente adquisición de vacunas se llegará al total del personal docente, de apoyo administrativo y de servicio que desee inmunizarse voluntariamente. Esta medida es fundamental para la enseñanza presencial y permitirá mantener las escuelas abiertas siempre y cuando el comportamiento epidemiológico lo permita. El profesorado representa la piedra angular en el regreso a clases y no cabe duda de que estará a la altura de este desafío que deberá acompañarse con una comunidad educativa responsable y colaborativa.

Estudiar desde casa no funcionó para millones de niños en el mundo porque no contaban con el apoyo pedagógico, socioemocional y de protección que eran indispensables para enfrentar esta caótica realidad por mucho tiempo. Continuar con las escuelas cerradas es poner en peligro el aprendizaje y desarrollo de nuestra infancia, por ello, no debe haber dudas de que la reapertura cambiará su futuro.

El Salvador genera un precedente histórico ante la región y el mundo; las expectativas son grandes y solo juntos saldremos adelante. El Ejecutivo está haciendo su parte garantizando el acceso a la salud y a la educación. Nuestro papel es acompañar este caminar y para eso necesitamos despojarnos del pesimismo que muchas veces nubla nuestra capacidad de añorar un porvenir mejor.